CIUDAD DE MÉXICO.- Vivía a pie de carretera y nadie lo veía.
Ni a él ni a su gran residencia, una vivienda grande, arbolada y donde criaba caballos y gallos de pelea.
La entrada, eso sí, estaba disfrazada, entre un puesto de carnitas y una telesecundaria.
Pero la residencia, cuentan vecinos, era rentada desde hace varios años y dispone de un sistema de videovigilancia muy estrecha que le permitía monitorear a quien merodeaba.
Ademas, él se manejaba con absoluta discreción, pues entra a y salía solo, según cuentan quienes lo identifican y la familia que le alquilaba la gran vivienda.
Hoy todo parece normal, salvo por un hecho: el local comercial de carnitas ya no abrió el fin de semana, pues seguramente ya no tenía a quién informar sobre intrusos.
Vea usted las imágenes que difundió La Silla Rota, del periodista Roberto Rock: