CIUDAD DE MÉXICO.- El subsecretario Hugo López-Gatell se desmintió… una vez más:
No hay condiciones para pensar que las clases presenciales se reanudarán el 11 de agosto.
Pero tal vez en septiembre… y quién sabe.
El anuncio lo hizo en Chiapas, a donde acudió para arropar una serie de proyectos del gobierno del estado, encabezado por Rutilio Escandón.
Se anunciaron muchos proyectos, pues es afín al gobierno federal y militante del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
Esto contraviene los propósitos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), que con base en sus datos estaba programando la reactivación de todas las escuelas de preprimarias, primarias y secundarias.
El secretario Esteban Moctezuma hizo la acotación que el regreso a las aulas será hasta que las entidades estén en semáforo verde para no poner en riesgo a la comunidad estudiantil y magisterial.
-La prioridad es la salud de los alumnos y sus profesores -subrayó el funcionario.
Un día después el panorama cambió para mal.
El desconfinamiento no dio los resultados esperados y, por el contrario, multiplicó los contagios y eso amenaza la demanda de más servicios hospitalarios y, lamentablemente, más fallecimientos.
Por ello, el semáforo rojo se amplió a 18 entidades federativas, mientras únicamente 14 se mantendrán en naranja, con riesgos altos y la amenaza de regresarlos al color rojo.
A la par, se han multiplicado las protestas contra el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, porque ha perdido credibilidad tanto él como sus cifras.
Uno de ellos, amigo personal de Andrés Manuel López Obrador, el tabasqueño Adán Augusto López, informó al presidente que ya no soporta a López-Gatell por la falsedad de sus cifras.
Al descrédito del funcionario federal se sumó el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, quien publicó el siguiente tuit:
“Hay cosas que no tienen remedio.
“López-Gatell sigue en su agenda política. Sus caprichos ya le costaron muchas vidas a México.
“No entiende que la pandemia es un asunto serio.
“Avanzamos un paso y él se encarga de echar de nuevo todo a perder.
“Sin decir agua va, vuelve a cambiar los criterios para hacer el semáforo y nos pone en rojo porque se le antoja”.
