WASHINGTON.- Donald Trump tiene un regalo para México y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador: la construcción de 805 nuevos kilómetros de muro.
Los levantará en menos de un año porque, dijo en su informe a una nación polarizada, serán la barrera para impedir la entrada de nuevos inmigrantes a su país.
“Ya hemos completado más de 165 kilómetros y habrá 805 kilómetros nuevos a principios del próximo año”, dijo ante la euforia de legisladores republicanos e invitados suyos.
Fue la advertencia más firme contra México luego de presumir y arrogarse la firma del trabado comercial entre sus dos vecinos, el famoso T-MEC,como mérito personal.
Presumió la fortaleza económica, la intervención en varios lugares de la geografía universal que a su juicio le han regresado a su nación la fortaleza que se había perdido.
Elogió la contención de migrares centroamericano en la frontera sur de México, a donde la administración de López Obrador ha desplazado más de 25 mil efectivos de distintas fuerzas federales.
Pero también subrayó las repercusiones de la barda divisoria.
“A medida que el muro sube, las incautaciones de droga aumentan y los pasos fronterizos disminuyen”, pregonó.
Su discurso duró poco más de una hora y la enriqueció con histrionismo y algunas noticias como la presencia de Juan Guaidó, el auto declarado presidente de Venezuela, para asegurar que están contados los días del dictador Nicolás Maduro.
El acto le salía por nota, pero al principio y al final final hubo dos datos que reflejan cómo está polarizado Estados Unidos: Donald Trump no saludó a la lideresa cámaras Nancy Pelosi, la demócrata que impulsa su destitución.
En reacción, al final del informe la tercer política más poderosa del país rompió las hojas del texto en señal de desprecio al magnate que va hacia la reelección para cuatro años más.
Pero para este miércoles los republicanos, totalmente controlados por él, le tienen un regalo: el rechazo al impeachment, lo que eufemísticamente quiere decir la absolución.
