CIUDAD DE MÉXICO.- La popularidad de Andrés Manuel López Obrador va en picada, según encuesta levantada por la firma GEA-ISA para la revista Forbes.
Y peor aún: su nivel de rechazo es mayor al de los tres antecesores inmediatos, para lo cual ha movilizado toda la estructura del poder federal e inclusive del Congreso de la Unión.
Va sobre ellos: Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña, aunque no fue la circunstancia de Ernesto Zedillo, cuya imagen se vio dañada por el “error de diciembre” o el “efecto tequila”.
Al día de hoy 58 por ciento de los ciudadanos están en desacuerdo con la administración del tabasqueño, por 39 por ciento que asegura respaldar sus acciones.
Dice el documento:
“La aprobación a la gestión del presidente Andrés Manuel Lopez Obrador mantuvo su tendencia decreciente por cuarto trimestre consecutivo. Ha caído 27 puntos desde junio de 2019”.
GEA-ISA ubica las causas de esa pérdida de apoyo popular de López Obrador: deterioro de la situación económica del país y de sus familias, agravada con la pandemia.
Según datos de la encuestadora, 40 or ciento de la gente dice que el principal problema del país en estos momentos es el económico, marcado por el cierre de empresas, despidos laborales y reducción de salarios.
No advierten los entrevistados algún apoyo del gobierno para contener este gran deterioro del aparato productivo, el mercado de servicios y el clamor por atenuar la parálisis.
Por ello 63 por ciento, poco menos de dos terceras partes de la gente, dice que la situación de sus familias es mala o muy mala.
No por algo el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) indica que más de diez millones de personas de la economía formal e informal han perdido su fuente de ingreso.
El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ubica en más de un millón la pérdida de trabajo de afiliados considerados con bases laboral sólida, algo no visto en ninguna crisis precedente.
Otro factor adverso para el gobierno de López Obrador es la mala administración de la situación sanitaria: 56 por ciento rechaza la forma en que la conduce y sólo 44 por ciento la considera adecuada.
