El verdadero éxito es de los abstencionistas por no prestarse a un proceso amañado, arreglado

Quince millones; ¿qué se fizieron?

Por RAFAEL CARDONA

Sí, ya lo sabíamos, cuando no se puede celebrar el éxito se encomia el procedimiento y en ese recuento apresurado cuyo volumen no satisface a nadie, excepto a quienes con su ausencia lo produjeron; es decir, los abstencionistas, los desencantados, los rejegos y los dueños de la decepción, el desinterés o la simple abulia ante un partido arreglado, una pelea en la cual alguien corre solo y llega en segundo lugar, la frase recurrente de los morenos y otros empleados del Palacio Nacional, ha sido la misma: hemos hecho historia porque el señor presidente, con toda la valentía del caso, se ha puesto en manos del pueblo para escuchar su voz, su mandato, sus órdenes, su decisión inapelable y se ha visto fortalecido por una abrumadora mayoría de la minoría, porque el número de votos emitidos no se acerca ni con mucho a los treinta millones de hace tres años, y ante tal merma en el entusiasmo no le queda a uno sino confirmar cómo las segundas partes nunca fueron buenas, y preguntar tal habría escrito en caso similar don Jorge Manrique con su credencial de elector en mano, ¿y los otros 10 millones de entusiastas votantes qué se fizieron? ; “¿Qué se fizieron las damas, sus tocados, sus vestidos, sus olores? ¿Qué se fizieron las llamas de los fuegos encendidos de amadores?”, porque no me venga usted a chillonear ahora con el consabido, mamá fue el INE, fue el INE, saboteador y maligno quien con su abulia y su lenidad, frenó el entusiasmo, porque cuando el pueblo de verdad quiere algo, como lo quiso hace tres años, los resultados son abrumadores, enormes en su volumen de votantes y no suceden cosas como las de ayer, con hermanas de la caridad Morena retacando urnas y embutiendo boletas como si estuvieran echando tortillas al comal, porque así se la jugaron los operadores del Palacio, en esta modalidad del fraude electoral, no importa si despachan en el Zócalo o en Bucareli o en cualquiera otra parte, todos se vistieron de mapachitos y acarreadores, y ni así lograron contestar la pregunta, ¿Y los millones de votos faltantes, qué se fizieron?, dígamelo usted si puede, y al mismo tiempo resuelva el enigma, si en las encuestas el presidente se lleva su comodísimo 67 0 68 por ciento de aceptación, ¿Por qué su convocatoria no tuvo ese mismo porcentaje de respaldo?, pues de haber sido así, ya no lo comparemos con la anterior elección, se habrían sobrepasado los treinta o hasta 40 millones de votos de refrendo, excepto si el aburrimiento de votar por nada y para nada, haya sido verdadero motor de este desinterés manifestado ayer a tan absurdo costo, porque se derrocharon miles de millones de pesos en preguntar si la tierra es redonda y el sol brilla durante el día, ¿pues no lo estás viendo, pendejo?, pero ¡ah!, no, se trataba de levantar siquiera tres centímetros más el pedestal del monumento a nuestro señor presidente, cosa innecesaria, pues no hay estatua de las dimensiones correspondientes a un hombre de tan excepcional calidad política y dimensión histórica, no me vengan con mamilas, no sean lambiscones pues la decisión futura para entregarle el cargo a uno de los suyos o una de las suyas ya está tomada y bien escondida en el ladino tapadísimo de la tetramorfosis; pero así son las cosas en este valle de lágrimas donde los operadores de Morena violaron la ley como la virginidad de María; antes durante y después del parto, a pesar de lo cual sólo consiguieron la más hermosa y costosa forma de la endogamia electoral: obligo al INE a organizarme mi fiesta y la disfrazo de urgencia nacional, recurso popular, triunfo de la democracia, ¿cuál democracia? si en un proceso justo no se viola la ley de la alegre manera como lo hicieron todos sin lograr siquiera lo mismo de hace tres años.

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