El agitador evoluciona: de lo social a lo moral

El agitador evoluciona; de lo social a lo moral.              

                                                                                                                         (En memoria, Enrique Jackson)

Por RAFAEL CARDONA

Comienzan estas líneas con dos explicaciones: la primera, descreo del lugar común de muchos analistas para quienes el señor presidente Andrés Manuel López Obrador es un persistente candidato en interminable campaña. 

Eso es falso. Un candidato espera las elecciones como forma de llegar al poder. El presidente ya tiene el poder terrenal, ahora aspira al poder inmaterial. Marcar la historia. 

Su megalomanía lo coloca en el punto divisorio del tiempo.  AAMLO y DAMLO. Antes y después de él.

 El presidente, y eso ha quedado claro en su discurso de medio camino, no quiere el poder para toda la vida. Lo quiere para columbrar lo no escrito todavía. Su sueño no es onírico; es histórico. Y la historia no es lo escrito en los libros conocidos. Esos son apenas peldaños para llegar a su magnifica torre de Babel, cuya aspiración no es ir al cielo, sino traer el cielo a la tierra.  

Los grandes momentos de su oratoria encendida, directa y comprensible para el docto o el analfabeto, no guardan emoción por las farragosas –y a menudo imprecisas– cifras de obras en proceso, así sean estas de carácter justiciero.  

No disfruta el presidente los informes de gobierno en cuanto a relatoría de las obras públicas o los compromisos pendientes. Las obras materiales no tienen importancia, todos las han hecho, unos más, unos menos, hasta las vías de los ferrocarriles del Istmo las puso Porfirio Díaz. Eso cualquiera.

Lo trascendente –y eso no lo hace cualquiera–, es el motivo por el cual dichas obras se emprendieron. Detrás de cada piedra hay una redención.

Por capricho. Así se plantee de otra manera:

“… Esa obra (el,NAICM), cancelada por la decisión del pueblo (no es cierto), tenía un costo estimado de 300 mil millones de pesos; en contraste, el aeropuerto ‘General Felipe Ángeles’ se va a construir con menos de 75 mil millones de pesos y, aun sumando los 100 mil millones por la liquidación a empresas que mantenían contratos en el proyecto Texcoco que, por cierto, no quedamos a deber absolutamente nada a esas empresas, con todo, obtendremos un ahorro de alrededor de 125 mil millones de pesos.

“…Nada más recuerdo que acabo de decir que el Tren Maya va a significar una inversión de 150 mil millones y por haber tomado esta decisión de construir el aeropuerto ‘Felipe Ángeles’ y cancelar el de Texcoco nos estamos ahorrando 125 mil millones de pesos, es decir, con este ahorro se está financiando el Tren Maya. Es importante combatir la corrupción ¿sí o no?”

Se combaten a un tiempo la corrupción y la sindéresis.

Pero eso no importa.

Lo verdaderamente importante es esto:

–¿Cómo lo dice?

Así:

“…Lo más importante es que ya sentamos las bases para la transformación de nuestro país, entre todos.

En tres años ha cambiado, en tres años ha cambiado como nunca la mentalidad del pueblo, que eso es lo más importante de todo, la revolución de las conciencias, el cambio de mentalidad, eso es lo más cercano a lo esencial, a lo mero principal, y eso es lo más cercano a lo irreversible. Pueden darle marcha atrás a lo material, pero no van a poder cambiar la conciencia que ha tomado en este tiempo el pueblo de México…”

“…Ayudar a los pobres, no lo olvidemos, alivia el alma, mantiene tranquila la conciencia y alegra el corazón…

“…Nada bueno se puede esperar, en cambio, de políticos corruptos, de la prensa que se vende o se alquila, de intelectuales convenencieros y de potentados dominados por la codicia. La clave está —esto, para los jóvenes que quieran formarse y dedicarse al noble oficio de la política­— la clave está en la frase del presidente Juárez: ‘Con el pueblo, todo; sin el pueblo, nada’.

“Nada se logra, y esto aplica en México y en todo el mundo, nada se logra con las medias tintas (…)  El noble oficio de la política exige autenticidad y definiciones. Ser de izquierda es anclarnos en nuestros ideales y principios, no desdibujarnos, no zigzaguear.

“Pero como todo profeta su lenguaje se asienta en el indiscutible –por inexistemte– terreno del futuro y sus intenciones.

“…Con el nuevo Conacyt, el nuevo Conacyt, tendremos más investigadores y científicos (…) si todo marcha bien, contaremos con la vacuna Patria.

“…no se usará fracking para la extracción de crudo, no se otorgarán nuevas concesiones mineras, no se sobreexplotarán los mantos acuíferos, no se permitirá la tala de selvas y bosques, no se autorizará la instalación de basureros de desechos tóxico o peligrosos, no se permitirá operar a ninguna empresa que no tenga planta de tratamiento de aguas negras, no se permitirán violaciones a la norma de calidad del aire ni cualquier actividad que dañe la salud, destruya el territorio o afecte el medio ambiente”.

Pero la gran frase, para ampliar a Lincoln y a Juárez, es este juego de preposiciones con el pueblo y la descripción de su presencia en el gobierno.

Esto es una joya:

“La pandemia (se ha enfrentado), con el apoyo de todas, de todos los mexicanos, porque se gobierna con el pueblo, esa es la democracia, gobierno del pueblo, para el pueblo y con el pueblo. ¿Qué sería de nuestro gobierno sin el respaldo del pueblo? ¡Que viva el pueblo de México!

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