WASHINGTON.- Dice quer pelea contra “un enemigo invisible”.
Pero en su campaña por la reelección también se postula:
-Soy un presidente en tiempos de guerra.
Y ahí va, conquistando simpatías y voto para las elecciones de noviembre próximo ante, seguramente, el ex vicepresidente demócrata Joe Biden.
Han sido dos caras las del magnate de la Casa Blanca.
Primero subestimó la pandemia y dijo que no era un problema porque tenía los síntomas de un catarrito en tiempos invernales como los hay en estados Undos.
Pero luego, cuando las muertes y los contagios lo rebasaron hasta convertir a su país en el nuevo epicentro de un virus al cual no le encuentra combate la humanidad, presentó muchos proyectos económicos.
Así convenció a su electorado.
Dos billones de dólares para atender las necesidades de una crisis cuyo final es impredecible pero que él quiere aliviar con dádivas a los estadundenses.
Dinero par que gasten, dinero para que reactive a la industria, produce y el comercio no vea la profundidad en su mandato y en premio le dé la reelección presidencial.
Trata de enderezar la nave porque hasta la aparición del Covid 19 él giraba su discurso en torno a la bonanza económica generada por su gobierno: crecimiento, empleo, desarrollo, consumo, producción…
Hoy que el “enemigo invisible” está prácticamente en todos Estados Unidos, ha encontrado el modelo con el reparto de dinero en todos los puntos cardinales del paños.
Es la mayor cifra jamás utilizada en la historia en cualquier circunstancia, tanto de Estados Unidos como para reactivar la economía europea tras la Segunda Guerra Mundial.
Y si sus cálculos no son equivocados, en noviembre poderá pregonar ante el mundo su liderazgo con la frase dicha hoy:
-Soy un presidente en tiempos de guerra.
