CIUDAD DE MÉXICO.- Entre la violencia registrada en la marcha por el Día Internacional de la Mujer destaca el lanzamiento de bombas molotov a Palacio Nacional.
Según las autoridades, que subestimaron la marcha en 80 mil participantes, fueron hombres quienes se infiltraron y, embozados, aprovecharon para atacar la sede del Poder Ejecutivo.
Ante este hecho, la mayoría de las presentes empezó a exigirles que se retiraran y de esa manera fue posible evitar que el conflicto ocasionara víctimas o daños al inmueble histórico.
Al frente del edificio estaban mujeres del Grupo Atenea, especialistas de la Secretaría de Seguridad Ciudana en controlar conflictos masivos, aunque en esta ocasión no intervinieron.
Al ver el humo, mucha gente se asustó y de inmediato se replegó hacia la plancha de la Plaza de la Constitución mientras las personas conflictivas eran expulsadas por mujeres.
Tampoco hubo daños mayores a las personas.
Unas mujeres fueron alcanzadas pero de inmediato recibieron el auxilio de gran parte del contingente y sofocaron el fuego de ropas y mochilas que portaban quienes estaban cerca.
Un dato causa sorpresa: el Gobierno de la Ciudad de México subestimó la asistencia en unas 80 mil personas, a pesar que llenaron varias plazas y numerosas calles antes de llegar al Zócalo, donde no cabían.
Este ha sido un esquema tradicional de la antaño Secretaría de Seguridad Pública, hoy de Seguridad Ciudadana, para desacreditar la presencia de opositores.
Tampoco se dio mucha cobertura a esta protesta masiva -los cálculos más conservadores dicen que superó los 300 mil participantes- porque se pretendió hacerle el vacío gubernamental.
Siempre se le vio como una acción de protesta en contra del gobierno federal de Andrés Manuel López Obrador y capitalino de Claudia Sheinbaum.
Sin embargo, el objetivo era simplemente clamar justicia ante la ola de feminicidios que ha crecido exponencialmente en todo el país -Veracruz, Estado de México y la Ciudad de México son los más afectados- y la violencia de género.
Empero, la marcha fue pacífica pese a la polarización existente en la sociedad y que tuvo consignas machistas y misóginas por parte de la Iglesia Católica y grupos conservadores.
Justamente los que según López Obrador patrocinaron esta gran movilización en prácticamente las 32 capitales de los estados y otras ciudades importantes del país.
