CIUDAD DE MÉXICO.- “Mi papá es un criminal y anda suelto”.
“Y probablemente seguirá así hasta que se le acabe el dinero”.
Este mensaje de Ana Cecilia, hija de Abril Pérez Sagaón, está colgado en Twitter junto con otros de advertencia a la sociedad.
No duda en referirse a su padre Juan Carlos García como un asesino y en sus palabras de casi niña narra las atrocidades vividas en el hogar hoy desecho con el asesinato de su madre.
Helos aquí el primero de los mensajes:
“Imagínense despertarse en la madrugada por los gritos de tu madre que grita por su vida. Imagínense levantarse a ver la hermosa cara de tu madre ensangrentada gracias (sic) al criminal que una vez llamaste ‘papá'”.
El segundo:
“Imagínense sentir el dolor, la desesperación y la impotencia que yo como otras millones de mujeres sienten el día a día por este tipo de inhumanidades. Imagínense que el criminal anda suelto, y probablemente seguirá así hasta que se le acabe el dinero…”.
El tercero:
“Imagínense tener que vivir el infierno viendo cómo tu pobre madre se enfrenta a una sistema de justicia corrupto, al que no le importa tomar acciones en contra de este tipo de atrocidades mientras haya dinero”.
Abril Cecilia Pérez Sagaón fue despertada a golpes de bar el 4 de enero de este año por su marido Juan Carlos García, es CEO de Amazon y de la cadena de tiendas de electrodomésticos Elektra.
Abril Cecilia llevó su denuncia a las autoridades, y ante la imposibilidad de continuar su matrimonio de 25 años, tramitó el divorcio, el cual obtuvo al tiempo que luchaba por la custodia de sus tres hijos.
Pero el juez Federico Mosco reclasificó el delito de intento de homicidio por violencia intrafamiliar y la avaló el magistrado Luis Alejandro Díaz Antonio, ambos suspendidos por el Consejo de la Judicatura de la Ciudad de México.
Libre Juan Carlos García, Abril Cecilia pidió protección de la justicia y nunca se la dieron.
Resultado: la ejecutaron el lunes 25 de noviembre ante la luz del día y a la vista de sus propios hijos y su defensor cuando se dirigía en un automóvil al aeropuerto para viajar a Monterrey, donde rehacía su vida.
Hoy queda la voz de sus hijos como grito de protesta ante la barbarie de su padre y la injusticia de la “justicia” capitalina.
