Las literatura está de luto: muere el poeta Ernesto Cardenal, luz de la Teología de la Liberación

MANAGUA.- Las letras universales están de luego: ha muerto el poeta Ernesto Cardenal, el Cura de Solentiname, luz de le Teología de la Liberación.

Pero sobre todo guía de una revolución nicaragüense extraviada con el andinismo con el cual luchó contra la dictadura de Anastasio Somoza y pervirtió Daniel Ortega.

Así como lucho contra aquella herencia maldita de explotación del pueblo de Nicaragua, también se opuso cuando el actual dictador, apoyado por su esposa Rosario Murillo, emuló a los Somoza.

Pero más allá de eso, el sacerdote de 95 años fue faro de mucho tiempo para los pobres, sobre todo cuando acudió a la isla de Solentiname, en el Lago Nicaragua, para organizar a los pescadores en cooperativas.

Y después se unió a una guerrilla para ser censurado por el Papa Juan Pablo II, quien rechazó saludar a Ernesto Cardenal cuando de rodillas en 1983 le imploraba perdón y apoyo para sus pobres.

Fue también un teórico/práctico de la Teología de la Liberación que en la década de los ochentas y noventas impulsó la justicia y se manifestó contra la opulencia y la riqueza extrema.

A sus 95 años, nació en 1925, comía maíz con los campesinos a quienes apoyó toda la vida y con quienes luchó por la supervivencia y la organización social.

Divulgó la poesía campesina que se escribió en Solentiname y a esa isla acudía a sus nueve décadas a leer a Rubén Darío y a convivir con quienes se formó espiritualmente.

Lea usted lo que escribió como novicio en Estados Unidos en 1957:.

“Cuando oigo los gallos en la madrugada me parece que oigo a Nicaragua. Y cuando oigo una vaca. Y el trencito diesel que pasa por aquí como aquel trencito de Corinto a Granada. Un rancho lejano con palmeras, el perro ladrando, al lado la milpa, el río, las hojas de plátano, la lluvia de mayo y el camino mojado”,

Tuvo glorias en vida.

Juan Pablo II lo suspendió AD DIVINIS, lo cual le impedía ejercer su ministerio de sacerdote, pero llegó el Papa Francisco y le regresó todos sus derechos presbiteriales.

-Es más bueno de lo que imaginamos -comentó en una ocasión.

Fue secretario de Cultura de la primera generación de sandinistas, cuando Daniel Ortega no figuraba para ser el monstruo que es actualmente y a pesar de lo cual ya convocado a duelo a Nicaragua.

También en México recibió honores, como en 2019 cuando la Secretaría de Relaciones Exteriores lo reconoció por escribir poesías sencillas para los pobres, para el pueblo de nuestras latitudes.

Su poesía circula por el mundo, como este Salmo de 1972:

“Declara Señor tu guerra a los que nos declaran la guerra / Porque tú eres aliado nuestro / Grandes potencias están contra nosotros / pero las armas del Señor son más terribles / No los hemos atacado y nos persiguen / no hemos conspirado contra ellos y estamos encarcelados”.

A sus 95 años todavía escriba y sus alumnos, al saber su situación de enfermedad, problemas cardiacos y renales, le dedicaron poesías como ésta de Olivia Silva:

“Ya es verano yo estoy en el exilio, / pienso en los campos floridos de Solentiname. / Ya es verano, los maderos con chirriones cubiertos / de flores rosadas a la orilla de las islas, los helequemes / adornan el agua con sus flores anaranjadas, y yo / sigo en el exilio”.

Como uno de los más importantes exponentes de la literatura latinoamericana, Cardenal amalgamó el trabajo poético con la praxis política, la experiencia espiritual y la lucha contra las injusticias sociales.

Junto al chileno Nicanor Parra, fallecido a principios de 2018, la muerte de Cardenal significa la desaparición de uno de los principales renovadores de la escritura poética latinoamericana, pues ambos lograron hacer convivir a la forma poética con los estilos, voces y preocupaciones de la conversación colectiva, común, con los sonidos de la calle.

Como escribió él mismo en su ‘Cántico cósmico’:

“Y un día será todo tumba, silenciosa tumba, / y ya no habrá más seres vivos en el planeta, compañero. / ¿Y después? / Después nos desbarataremos más, volaremos, átomos en el cosmos. / Tu amor sí tuvo un comienzo pero no tiene final”.

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