Expropiar, confiscar, he ahí el dilema

Expropiar, confiscar, he ahí el dilema

Por RAFAEL CARDONA

Una de las imágenes más románticamente recurrentes cuando se evoca la expropiación petrolera es aquella de una mujer campesina (debidamente preparada por el gobierno, como la señora de las tlayudas en el AIFA), con el donativo de un guajolote para ayudar al presidente Cárdenas a pagar la indemnización a las compañías extranjeras.

La palabra indemnización le otorga al acto expropiatorio no solo una elevada estatura política, sino un complemento digno: la legalidad. Expropiar sin indemnizar es un acto rapaz. Cubrir con los valores trasladados al dominio del país, es un acto de altura jurídica.

La soberanía, tantas veces invocada por este gobierno, no consiste en arrebatar fuera de todo marco legal.

Si el general Cárdenas hubiera confiscado las instalaciones petroleras, otro habría sido el destino nacional, sobre todo en los tiempos cercanos a la Segunda Guerra Mundial. Hoy las cosas no son como en aquel tiempo, pero es imposible soslayar la gravedad planetaria de la invasión rusa a Ucrania y el necesario alineamiento de México hacia los Estados Unidos, cuyo presidente ha mandado dos mensajes.

Uno, su rechazo a las limitaciones legales de algo previamente autorizado (la contrarreforma energética y eléctrica como péndulo caprichoso de la Constitución) y el otro, la advertencia de una imposible cercanía mexicana con Rusia.

Eso sí, dicho sin ambages ni retórica por el embajador de Washington, Ken Salazar. Eso no puede ser.

En cuanto a lo primero, así dijo el presidente al ser interrogado sobre las indemnizaciones a las empresas afectadas por el nuevo proyecto de la industria eléctrica:

–¿No se pagarían a empresas posibles indemnizaciones o multas?

–No, no, no. Y siempre amenazan y van a acusarnos al extranjero… siempre van y acusan: y que van a haber sanciones y que está violando el Tratado de Libre Comercio. Nada de eso, estamos combatiendo la corrupción.

“El gobierno de Estados Unidos no va a defender a corruptos. Y si el gobierno de Estados Unidos defiende a corruptos, nosotros no. Así de sencillo. Ya México no es tierra de conquista, a robar a otra parte. Entonces no pasa nada…”

Y en relación con la convocatoria amistosa hacia Rusia, hecha desde las curules más radicales de “Juntos haremos historia”; es decir, el impresentable Partido del Trabajo, con su adoración por Corea del Norte, Nicaragua, Cuba y Venezuela, y la denuncia americana del abultado equipo de espionaje ruso en México (de lo cual se dieron cuenta por el abultado espionaje gringo en México), el presidente dijo así, envuelto en el lábaro patrio:

“…Nosotros no vamos a cuestionar nada, somos respetuosos de la libre manifestación de las ideas, México es un país libre, independiente, soberano.

“Debe saberse cada vez más, porque parece a veces que no se entiende lo suficiente, hay que mandarles telegramas avisándoles de que México no es colonia de ningún país extranjero, que México es un país libre, independiente, soberano, que no somos colonia de Rusia, ni de China ni de Estados Unidos, que México es un país independiente, libre y soberano”.

–¿No hay espías rusos en México, presidente?

–No sé, no tenemos información sobre eso.

“Y, sí, no impedimos a nadie, a ningún extranjero que quiera llevar a cabo actividades legales en el país, que lo pueda hacer. Los que son delincuentes y cometen delitos, se les detiene, no se permite ni a mexicanos ni a extranjeros cometer delitos en nuestro país.

“Y que se entienda también de que nosotros tenemos como política la no intervención, que recuerden lo que decía el presidente Juárez: ‘Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz’. Así de sencillo.

“Nosotros no vamos a Moscú a espiar a nadie, ni vamos a Pekín a espiar qué están haciendo en China, ni vamos a Washington, ni siquiera a Los Ángeles. No nos metemos en eso…”

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