El otro surrealista se llamaba André

Algunos le decían “El Papa” o “El olímpico” a  Bretón.

André Bretón, líder intelectual y artístico del movimiento surrealista cuya influencia en la cultura occidental aun se siente en todo el mundo. En la poesía, en la pintura; aun en la sociología.

El objeto surrealista fue definido como “un cuchillo sin hoja y sin mango”. Alguien agregó: y sin filo…

Eso ocurría, obviamente en tiempos dichosos cuando nadie imaginaba un país de 120  millones de habitantes, gobernado por alguien  capaz de rifar un avión, sin avión, entre los aplausos de la multitud. O de una buena parte de ella.

Todo este astracán del TP-01 “José María Morelos y Pavón”, es digno del  gran Víctor Lustig, quién  vendió  la torre Eiffel por el valor de siete mil toneladas de acero, sin entregar nada a cambio.

Hoy, siete mil toneladas de hierro, a 14 mil pesos cada una, costarían aproximadamente 98 millones, una bicoca si se compara con el sorteo del avión sin avión al cual nos ha invitado el gobierno capaz de sacar la chistera del conejo, sin tener ni conejo ni sombrero. Un timo.

El tema nacional, para un país con los ojos cerrados a los verdaderos problemas nacionales, esos cuya solución aguarda desde el compendio de don Andrés Molina Enríquez en 1909, ha sido el culebrón de una historia aeronáutica, espina vertebral de la proclama ideológica de un gobierno redentor, pues cuando no se trata de abandonar la obra de un aeropuerto avanzado a la tercera parte, se le ocurre vender por capricho un avión adquirido por necesidad.

El “Dreamliner” adquirido para servicio del Estado, fue usado como prueba del dispendio de regímenes anteriores, y bajo la consigna de abatir la riqueza del gobierno frente a la pobreza del pueblo, se decidió perder el tiempo y más dinero, en una infructuosa intentona comercial para colocar un aeroplano mayor en un limitadísimo mercado celestial.

Total, nadie quiso comprar el avión, no por caro o suntuoso, sino por especial, pues tiene un equipamiento específico para las necesidades de quién lo compró. As

í, la imaginación se echó a andar con la potencia de las turbinas del jet y se propusieron otros modos para deshacerse del palacio volador (ni tanto).

Se pensó en alquilarlo, rentarlo, cambiarlo; se pidió el auxilio de la ONU (asunto para la segunda carcajada),  y a fin de cuentas rifarlo sin rifa posible, y para ello se dio esta peregrina explicación, cuyo contenido nos confirma cómo Andrés, fue también el nombre del surrealista mayor:

“…vamos a dedicar la conferencia sólo al tema del avión. Informarles que ya se tomó la decisión, después de análisis, de reflexiones, de consultas, de tomar en cuenta distintos puntos de vista, opiniones, ya se tomó la decisión de rifar el avión.

“…Se va a rifar el avión para no tener problemas de tiempo y que puedan participar todos los mexicanos que quieran ayudar, porque no sólo es resolver este problema que nos heredaron en el tiempo de los gobiernos faraónicos, sino que lo que se obtenga se utilice para comprar equipos que se necesitan en los hospitales donde se atiende a la gente pobre del país”.

Aquí resulta oportuna una apostilla: ¿Tener un avión es un problema? ¿O es un problema no saber cómo aprovecharlo y gastar dinero para nada? Son preguntas simples. Con todo respeto.

Sigamos con la explicación:

“Entonces, el que compre un número, un “cachito”, está ayudándonos a resolver el problema que nos heredaron los del gobierno faraónico, tanto el que compró el avión como el que lo aceptó y lo utilizó, y lo más importante es que se va a utilizar ese dinero para una causa humanitaria y muy importante.

“Les vamos a mostrar el boleto, el billete, el cachito. Se va a convertir en dinero, estamos considerando entregar premios a los 100 que ganen de 20 millones de pesos a cada uno, dos mil millones.

¿Por serie o por cachito?

Por cachito, o sea, el que compra un cachito de 500 se puede sacar 20 millones.

“Se van a vender seis millones de cachitos (vigésimos todos ellos, conste), lo que nos va a permitir obtener en general, si se venden todos los números, tres mil millones.

“Se van a entregar en premio dos mil, los mil restantes son 400, 500 para completar lo del avalúo, porque el avalúo del avión es de más de dos mil millones de pesos, ahora les vamos a mostrar de cuánto es el avalúo.

“El resto se divide en dos: una cantidad que se va a entregar a la Fuerza Aérea, 400 millones para mantener el avión dos años y otra cantidad menor para los billeteros, las familias que se dedican a vender los billetes que van a obtener un porcentaje.

“Se consiguió que el Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado disponga de un fondo que se ha venido reuniendo de recursos que en total es actualmente de lo que se decomisa, de lo que se obtiene a la delincuencia en general, delincuencia de cuello blanco y también la otra delincuencia, se cuenta con un fondo de cuatro mil millones de pesos.

“Esto va a permitir pagar los dos mil de los premios. Desde luego no es todo lo que tiene el instituto, tiene más, pero…

“Y por eso el avión va a tener asegurados dos años de mantenimiento, va a estar en la Fuerza Aérea. Si aparece un comprador, se vende a precio de avalúo. Todo esto lo estamos haciendo para no rematarlo, para no tener prisa.

“Es decir, el avión sigue en venta, pero al mismo tiempo se resuelve el problema porque se pagan los premios, lo que se obtenga de la rifa es para los hospitales y el avión tiene dos años de mantenimiento hasta que se venda; pero al mismo tiempo que se mantiene mientras se vende, se va a poder rentar y ya hay un contrato de renta de un año”.

Si usted me dice, ese galimatías no lo entiende nadie, es porque por su sangre no corre la savia del patriotismo. Hay dos frases notables en este discurso.

Una, al principio cuando se dice:

“…que puedan participar todos los mexicanos que quieran ayudar…”

–¿Ayudar a qué?

Y otra contenida en esta afirmación:

” …ayudándonos a resolver el problema que nos heredaron los del gobierno faraónico…”

Con todo respeto yo no veo la herencia del problema, porque el problema surge del  repudio. Comprarlo pudo haber sido un dispendio, aceptando sin conceder, pero nunca fue un problema.

El margallate y el engrudo hecho bolas, se originan cuando en cumplimiento de una ingeniosa frase de mercadotecnia en la campaña política, se quiso vender una aeronave sin espacio en el mercado o se derriba una obra en proceso, como dicen algunos. Los problemas surgen o se crean y en este caso, todos los problemas (los reales y los superficiales), han sido creados, por el capricho del gobierno, como la construcción de Santa Lucía, el abandono de Texcoco o la multicitada y fracasada venta de un avión nomás porque (como diría Aguayo) hiede a gasto manirroto.

En el año 1938, Rafael Heliodoro Valle, un genial hondureño avecindado en México, le hizo una entrevista al ya dicho André Breton. En ella el francés dijo: “…México es el lugar surrealista por excelencia…”

Y luego, en sus apuntes sobre la visita a este país, de la mano de Rivera, Frida, Reyes, Trotsky y otros muchos, Breton escribió:

“…todo el retraso de México pone de relieve los progresos que es capaz de realizar, incluso en el error relativo. El anacronismo y la voluntad de emancipación que se expresan aquí de una manera tan generosa como discutible, son los dos polos que permiten explicar sensiblemente la peculiaridad y la amplitud de movimiento.”

Esa hermosa y surrealista contradicción se nos presenta cada día: nuestro atraso es muestra de los progreso de que somos capaces. O mejor dicho, no somos capaces.

Ahí se equivocó André. Pero nunca se equivoca Andrés.

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