El incendio del Baby’O es la escrituración definitiva de Acapulco dominado por el crimen organizado

“Baby’O”; escriturar Acapulco con fuego

Por RAFAEL CARDONA

–No voy a cerrar, sería aceptar el fin de Acapulco”, dijo 

Eduardo Cesarman, dueño del “Baby´0”, en el año 2011, cuando los demás centros nocturnos, discotecas y antros, comenzaron a espaciar sus aperturas y sus cierres, amedrentados por la violencia ante el inevitable declive de Acapulco.

–“Sería algo simbólicamente terrible”.

Y hace un par de noches, ese símbolo, el último de un Acapulco posible, alegre, disipado, festivo, dionisiaco y febril, fuera de las manos de la mafia político criminal de Guerrero, se disipó en el humo de un incendio criminal. 

El humo se extendió por la Costera, llegó a Icacos y el Guitarrón y la carretera escénica; se largó hasta Puerto Marqués, Punta Diamante y volvió sobre la bahía para romper en el pequeño muelle del club de Yates antes de abrirse paso furioso hasta La Quebrada, Pie de la Cuesta y más allá de la Isla Roqueta.

El incendio criminal es la escrituración definitiva del puerto de Acapulco dominado por el crimen organizado, cuyo predominio se comenzó a notar, firme e impune desde la presidencia municipal de Félix Salgado Macedonio quien a su modo cobraba el derecho de piso al “Baby’O” con encerronas de putas y matones, aunque ya nadie quiera guardar memoria de ello ni mucho menos confidencia.

Y aquella posibilidad lejana y terrible, hoy se ha impuesto. Tan real como los efectos de esta noticia previa al despojo del Tianguis Turístico y la obsesiva e inútil campaña suplicante de los empresarios del puerto, “¡Habla bien de ACA!”

“(LJ).- Acapulco, 27 de marzo 2011.- En redes sociales y en la prensa que cubre el XXXVI Tianguis Turístico de Acapulco hubo una pregunta: ¿cómo hablar bien de México cuando en un destino turístico como éste –donde se realiza el mayor escaparate del sector– ocurre una balacera, tras la cual al menos 30 participantes quedaron varados como medida de seguridad en un club de yates o en un hotel?

Césarman ha dicho tras el fuego total cuya planeación y meditada ejecución desapareció para siempre el simbólico centro de música, baile y reunión, con todo y sus famas y sus leyendas: nunca tuvimos problemas de violencia, nadie nos cobró derecho de piso. Jamás tuvimos problemas de esa naturaleza. La violencia no estaba en el “Baby’O”.

Obviamente después del incendio debe medir sus palabras con la vara de su cautela. Pero quienes conocemos Acapulco desde los tiempos de Perrusquía, Stauffer, Sotres y hasta el “Rey Lopitos” (otro), hemos visto y oído.

El apetito mafioso nunca ha estado lejos de Acapulco.  

Cuenta Teddy Stauffer en sus memorias, (“Forever is a hell of a long time”. Henry Regnery Cº, Chicago, 1976) cómo para contener a los sicarios de 1948, cuyas balas lo persioguieroin hasta el Hotel Casablanca, necesitó recurrir al presidente Miguel Alemán:

“…el presidente reconocía en Acapulco un  gran potencial y apreciaba mis esfuerzos por ampliar los negocios turísticos. Eso me ayudó enormemente porque cuando leyò sobre el intento de asesinato en mi contra, la ordenó al general Z. Martínez, de la Zona Militar de Guerrero, asginarme protección. Pero el general Martínez hizo mucho más.

“Llamó a Alfonso (su enemigo) y a sus dos hermanos, Carlos y Arturo, y poniendo su brazo sobre mis hombros, les dijo:  

“Este hombre, aquí lo están viendo claramente, es mi amigo. Se los dijo a cada uno de ellos, apuntándoles con el dedo mientras les decía sus nombres, es mi amigo –repitió–, y cualquier cosa que le pase, cualquier cosa, ¿entendieron?, así sea un pelo de la cabeza, ustedes van a sufrir las consecuencias…

Sin embargo hoy las cosas son distintas.

Guerrero es un proveedor importante de heroína a los principales mercados del mundo,  a través de las mafias de China y Estados Unidos (los verdaderos amos del negocio de los narcóticos, con empleados en Colombia y México y con gobiernos estatales, y nadie esta dispuesto a romper la alianza con el poder político.

Tambièn es una plaza en disputa entre cárteles cuya convivencia hasta hace algunos años (cuando comenzaron los gobiernos perredistas, como el de Iguala) fue desstyruida para dar paso a encarnizadas batallas por el control de la plaza, en un ambiente de crimenes paralelos: extorsiones, cobros de piso, trata de personas, invasión urbana, asesinatos, robos, asaltos menores y demás.

A fin de cuentas los políticos del México de hoy, entienden claramente el nuevo credo: como la delincuencia es tan rentable (dice L.A.), resulta imposible dejarlo todo en manos de los delincuentes.

TORPEZA

Utilizo la palabra torpeza por simple caballerosidad, pero podría escribir alguna otra de mayor contundencia y precisión. 

Pero bajo ese dominio o cualquier otro, la senadora del PAN, Kenia López Rabadán debería entender los límites. La manera como se exhibió en la comparecencia del secretario de Gobernación, Adán Augusto López, fue digna de lástima. No se puede ser tan torpe.

Su pueril juego del detector de mentiras y su aguda gritería casi al borde de la histeria, no le movieron un músculo de la cara al tabasqueño, excepto para llevarla con  la muleta y estrellarla en las tablas.

Esa es una triste manera de exhibir el poco talento para justificarse en el Senado. Con esa capacidad apenas para el PES o el PUP.

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