IMPORTAMOS GRANOS COMO NUNCA
Por Eleazar Flores
¿Y EL CAMPO MEXIQUENSE?-. Tuvieron que pasar cuatro años para cumplirse las advertencias que, en tiempo y forma, se hicieron en este espacio en el primer cuatrimestre de 2019, cuando la nueva administración federal acentuó desapoyos al campo mexicano, negando insumos a tiempo.
Inolvidables quejas mediáticas cuando campesinos guerrerenses esperaban a la vera de sus caminos rurales la llegada de abonos químicos, semillas mejoradas y demás, en busca de sembrar mejor maíz en su parcelas y un agricultor dijo “nos han dado los fertilizantes un mes después, ya no nos sirven y pronto van a comprar maíz en el extranjero”.
Ese día ha llegado pues en 2021 el gobierno compró granos y oleaginosas, (maíz, arroz, frijol, trigo y demás), por quince mil millones de dólares, según la nota principal de La Jornada, -aunque usted no lo crea-, acreditada a un Grupo de Compras de Productos Agropecuarios, GCMA.
Pero en lo que va del año actual nuestras importaciones de grano ya llegan a los once mil 798 millones de dólares y de acuerdo a nuestros índices de consumos de pan y tortilla, y en menor grado de frijol y arroz, rebasaremos esos niveles de compras a diciembre de este 2022.
Los datos anteriores de importaciones de productos agropecuarios al extranjero, explican los motivos por los cuales han subido los precios de la tortilla de diez pesos en 2018 a 25 pesos o más en lo que va del año. Respecto al pan blanco, -bolillo o telera-, subió de un peso o menos hace cuatro años a dos y tres pesos a septiembre de este inflacionario año.
CONSECUENCIAS-. Pensará que exagero pero no, pues extraído del campo mexicano, uno vio y vivió aquellos tiempos en los que hasta se implantaron concursos del “Plan Maíz”, premiando a los agricultores que obtenían 10 toneladas del grano por hectárea sembrada, casi alcanzando los índices de producción del rendidor campo sinaloense, de ese tamaño.
En esos tiempos los insumos y semillas mejoradas se distribuían durante el primer bimestre de cada año para preparar milpas e iniciar siembras a partir de marzo, lo anterior no me lo platicó nadie, tuve la satisfacción de participar con la familia. Le mentiría si le digo que obtuve algún premio pues hubo agricultores de resultados superiores premiados en dinero y en especie.
La queja de hace cuatro años de campesinos guerrerenses, pero seguramente padecieron los de otras entidades del país, ya arroja consecuencias de una mayor dependencia alimentaria del exterior y al ritmo que vamos tardaremos cuando menos otro cuatrienio para reponernos, a condición de que las cosas se compongan, pues no bastará decir “vamos bien”, pues aquí tenemos otros datos.
