Claudia pone en peligro a las mujeres
Por RAFAEL CARDONA
La jefa de gobierno de la ciudad de México, de quien conocemos su absoluta incapacidad para tener ideas propias, ha asumido como suya, la cantaleta contra la represión policiaca. Una de sus primeras acciones (falsa como billete de tres pesos), fue la extinción del cuerpo de granaderos. Nada más les cambió el nombre. Y a la policía montada, las espuelas. Y esta bien. Nadie quiere una policía represora, abusiva. Nadie.
Pero no hay tampoco quien quiera, a cambio de eso, una fuerza policiaca sin fuerza alguna, en un ámbito inepto, en el cual las mujeres policías, principalmente, son objeto de vejaciones, agresiones, golpes, heridas y demás, sin oportunidad de defenderse.
Al ex jefe policiaco Orta, lo llenaron de diamantina. Era un inútil bueno para nada. A las mujeres policías las llenan de madrazos. Hasta en eso es sexista el lenguaje de las anarquistas toleradas por el gobierno.
A Orta lo corrieron, llegó en su lugar un profesional de la tarea policial y le ataron las manos. A las ateneas las siguen golpeando, como vamos a ver, tristemente el próximo martes.
Las mujeres policía de la ciudad de México, en manos del vandalismo feminista de cada marzo, son muestra de cómo se veja y lastima a las mujeres con la tolerancia del gobierno, con un agravante, en este caso –como va a ocurrir el miércoles-, las policías serán puestas en riesgo de ataque por la autoridad misma.
Todas las lesiones de estas mujeres, serán responsabilidad de los mandos policiales; no de las anarquistas cuyo martillo les hunda la careta les rompa primero el escudo y después, la madre. A las “feminazis”, les dejan actuar para cumplir con un rollo inadmisible. Es la variante de otra tolerancia: abrazos, no toletazos.
Aprovechando la necesidad laboral, Claudia Sheinbaum, sin empatía de género alguna, sin perspectiva femenina, manda al matadero a más de 300 mujeres del grupo “Atenea” quienes llevan las instrucciones precisas de no responder a las agresiones. Me gustaría verla a ella uniformada y detrás de un escudo, frente a una loca con soplete, a ver…
Pero en lugar de eso, con pleno conocimiento del peligro al cual expone a estas pobres mujeres de salario ínfimo, la jefa de gobierno se avienta esta “puntada”:
“Sabemos y sé lo difícil que son los 8 de marzo, sabemos lo que significa esta entrega y, por ello, todavía nuestro mayor reconocimiento. Y es un ejemplo lo que hacen, piensen que las miran no solamente en esta ciudad, piensen que no solo las miran a nivel nacional, son ejemplo mundial lo que ustedes hacen: la resistencia, el profesionalismo, el trabajo, lo que significa contener y no reprimir; eso significa para nosotros la Policía de la Ciudad de México”,
Pobres de estas mujeres. Tienen todos los agravantes del catálogo histórico para los agravios de una condición femenina lastimada crónicamente en este país: pobreza, ignorancia y sometimiento machista. Pero aquí el machismo se transforma: una mujer las felicita por dejarse apalear en el nombre del profesionalismo y la resistencia.
–¿Resistencia? ¿A los martillazos y los sopletes?
Y en el nombre de sus lemas y sus compromisos con YSQ, la jefa de Gobierno permite los maltratos y los compensa con palmaditas en la espalda.
Pero eso sí, los edificios reciben protección. Ya se amuralla el centro de la ciudad y se alzan valladares por toda la ruta. Se protegen las cosas, se entrega a las mujeres.
A ellas no les ponen barreras; las usan como escudos para el discurso de la irresponsabilidad, cuando ya hubieran podido detener –desde ahora–, a las nazis de siempre. Son las mismas y son de ellos, pero es la forma de desvirtuar un movimiento femenino cuyas integrantes no respaldan al presidente López Obrador.
Esa es la raíz de todo, por eso se permite actuar al vandalismo anarquizante. Las podrían detener “in fraganti”.
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