Si López Obrador ya no es su líder por abogar la Cámara para el PRI, Fernández Noroña puede buscarse otro

El gandaya canalla perdió la batalla

Por RAFAEL CARDONA

Con la terquedad propia de quien supera sus carencias con grosera enjundia, Gerardo Fernández Noroña, padre conscripto del PT,  emberrinchado y furioso por el fracaso de su maniobra para modificar los equilibrios de la LXIV Legislatura de la Cámara de Diputados y la rotación en la mesa directiva, acusó al Señor Presidente de cometer un  gravísimo error al  “adjudicarle” la presidencia al PRI, el cual tendrá –fugazmente– en el tintero, el águila de plata  y la campanita, los últimos símbolos de un poder perdido.

Hoy el PRI disputa con las uñas, todo cuanto antes le pertenecía. 

Dijo Noroña, sin carantoña, de los priistas (tu la traes, ¿jugamos a la roña?): son asesinos de sus propios dirigentes –Colosio y Ruiz Massieu–, y en tremebunda conferencia de prensa, escupió sus ofensas y la emprendió hasta contra  el líder de todos sus ensueños pretéritos. Pero ya nada pudo rescatar. 

Su derrota se definió ayer en la conferencia presidencial, con estas palabras definitivas:

“…Creo que hay que respetar la legalidad –dijo el SP–,y no hacer lo mismo de antes, nada de maniobras por cargos, es decir, hacer cosas que a todas luces son indebidas, se tiene que respetar la ley, el reglamento…si está establecido de que para el tercer año es el que obtuvo el tercer sitio, así debe de ser y se debe de respetar… actuar con rectitud, no estar maniobrando de última hora por los cargos. No es triunfar a toda costa sin escrúpulos morales de ninguna índole, esto perjudica al partido que lo hace”.

Y si no le gusta cómo decide su líder, pues le queda el recurso de buscarse otro. Podría hacer mancuerna con Víctor Manuel Toledo, hoy cesante.

Pero mientras eso ocurre o no, las cosas son muy simples: el PRI, sin tanto escándalo, atrajo a sus filas a cuatro diputados del Partido de la Revolución Democrática, cuya coordinación –por cierto–, recaerá una vez más en Jesús Zambrano, quien tiene un  colmillo como  hallazgo paleontológico de Santa Lucía. Mucho marfil de mamut.

Los trasladados (tránsfugas, prestados, a consignación, adoptados o cognados, se oye muy feo), son,  Antonio Ortega Martínez; María Guadalupe Almaguer Pardo; Abril Alcalá Padilla y Jesús de los Ángeles Pool Moo. Tuvieron hasta equidad de género. 

Pero el vociferante insistía:

“…es un error entregar al PRI la Mesa Directiva, es una irresponsabilidad, es un acto político que no debe consolidarse…”

La pataleta del gandaya –cuyo mayor mérito en la política han sido la vehemente falta de urbanidad  y la grosería–,  posterior a sus maniobras de suma y resta, anuladas de última hora por la veleidad oportunista del diputado Manuel López Castillo (Morena) quien reculó de su cambio  al PT (¿será reculador, reculante o re qué?) en el sucio juego de lealtades en subasta dentro del tianguis de San Lázaro, le adjudica la decisión al Ejecutivo, lo cual nos hace pensar en una explicación similar si se hubiera tratado de su propio caso.

Él también habría llegado por una maniobra como la de su actual denuncia y queja. Pues quien lo sabe.

En esas condiciones no queda ya mucho misterio. 

La Cámara no deberá esperar cinco días, como ya ha ocurrido (el año anterior, para no ir más lejos), y sesionará hoy en la apertura de su periodo ordinario en el cual, como cada septiembre, recibirá el paquete con los pesados tomos del II Informe Presidencial del señor López Obrador, quien fuera del recinto obsequiará un mensaje (como si las 442 conferencias y seis informes adicionales no fueran suficientes), superior al contenido en los volúmenes bellamente empastados para gozo de estudiosos de las cifras abstrusas, complejas y a menudo incompletas.

Pero siempre habrá ocasión para la dicha, aunque el cólico biliar le pegue al rasposo Noroña quien ya rumia por los pasillos del desquite con las materias de su doctorado: gritería, bloqueo, amenaza, bronca, pendencia, echada, bulla, desafío (o “de zafio”, ¿cómo?) para seguir con su estilo peculiar de hacer política, el cual le ha dejado –evidentemente–, amplios y jugosos dividendos en estos años. 

EL ZOMBIE SE VA

Ya nada es como antes, pero todo es igual. Hasta los muertos ambulantes, se mueren al final.

Ahora Víctor Manuel Toledo, el maoísta de la ecología, se marcha del gabinete por “motivos de salud”. Ha sufrido dos infartos, dicen sus defensores. Mentira. Se va por hocicón.

Si fuera por los infartos, habría otras renuncias. Otra, muy importante, por lo menos. 

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