Si antes el fraude electoral se hacía con el robo de urnas, ahora se hace con la compra de votantes y campañas anticipadas

El fraude; la distorsión y otras manipulaciones

Por RAFAEL CARDONA

Posiblemente no lo hayamos querido ver, pero es algo firme delante de nuestros ojos. Importante en el siglo de las percepciones; por encima de la realidad. Lo emocional y lo virtual.

El sistema electoral actual en México estaba diseñado para evitar las trampas, pero el entorno es en sí mismo una enorme trampa cuyas grietas, rendijas, resquicios y recursos ocultos, han sido aprovechados como nunca antes por el actual neo sistema impuesto por el presidente Andrés Manuel López Obrador, sin quebrar la legalidad.

Para comenzar, expongo dos ejemplos: la compra de votantes y la sustitución de una campaña mediante un simple cambio de nombre.

En el primer caso el presidente de la República ha basado su oferta (y su sitio en la historia), desde antes de ocupar el cargo con la exitosa entrega de dinero en efectivo a los electores. Su pensión para los ancianos fue el gran ensayo desde el gobierno de la ciudad.

Y todo ello, como hace con todas las cosas, con un discurso del todo aceptable: la justicia, el redentorismo de los desvalidos, la distribución del ingreso, la dispersión del gasto público. Y sobre todo la (incumplida) oferta de honestidad.

Si en los tiempos de la post revolución, lo más frecuente era el robo de urnas, la compra de votos y demás recursos ilícitos durante las jornadas electorales, ahora se siguen usando, pero ya con menor necesidad. En los días de hogaño es mejor comprar votantes; no votos.

Y al elector se le compra desde mucho tiempo atrás de la fecha electoral. Se le soborna, se le cercena cualquier capacidad analítica (ya no digamos crítica), porque sumiso y pobre el pueblo bueno, jamás morderá la mano alimentadora. Las migajas son un banquete.

En esas condiciones cualquier legislación electoral fracasa. El fraude se consuma antes de hablarse de la cuestión comicial. Son programas de gobierno sustentados en leyes, presupuestos públicos, ejercidos a la vista de todos. Su bondad distributiva impide, con el fulgor de la justicia, advertir el verdadero fondo: son fórmulas de persuasión previas y acorazadas contra cualquier crítica.

Quien quiera analizar bajo esta óptica los programas sociales será señalado como clasista, racista; egoísta, reaccionario y expuesto a la picota de la multitud beneficiada.

¿Cuántos son? Por lo menos treinta millones de hogares con cualquiera de las variaciones de la magnificencia. Niños discapacitados; ancianos, madres solteras, desempleados sin estudio etc., etc.

Con esos argumentos –enemiga de los programas y por tanto enemiga del pueblo– se quiso frenar a Xóchitl Gálvez. Por eso la actual candidata opositora demandó mediante un amparo comparecer en la conferencia mañanera para confesarse devota de San Programa Social. No iba a manifestar un desacuerdo sino un acuerdo en lo fundamental.

Otra trampa legal preelectoral es el salto de las restricciones sobre anticipación de campaña. En este caso –replicado hasta por los opositores—Morena inventó (bueno, el presidente inventó), la elección de un coordinador de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación. Todo fue una simulación. Los comités son las estructuras electorales previas y en funcionamiento constante; la defensa es innecesaria porque hacer propaganda no es defender algo, sobre todo cuando no hay atacantes.

Y la coordinación de todas esas inexistencias (ausentes hasta de los estatutos partidarios) en medio de la anticipación pueblerina de fabricar “corcholatas” y erigirse en el Gran Destapador sin Tapados, no fue sino el ensayo general de la precampaña, periodo absolutamente inútil porque no existe en la realidad. Eso ya no es culpa de los partidos, sino del defectuoso sistema electoral.

Pero una mente magistral (la de AMLO), preparó todo este modelo de elecciones cuya finalidad es nada más: conservar el poder. El poder personal; si, pero también su prolongación mediante la docilidad de la sucesora. Y hasta ahora esta dama no ofrece señales ni de autonomía ni de originalidad, según se ha probado hasta la saciedad.

Pero como sea todo eso preparó el siguiente paso del fraude: las encuestas.

El ensayo sobre este método de propaganda (jamás herramienta demoscópica imparcial, más bien alquiler de sastres con desfachatadas hechuras a la medida), permite otra siembra. Si los programas socio electorales ciegan por gratitud, las encuestas ensordecen por abundancia, aunque a la larga ofrezcan su domingo siete, como ocurrió en Argentina.

Hace unos días se publicó una información interesante: las casas encuestadoras ya fueron todas cooptadas por Morena. No hagan quedar mal a su cliente. Y dada su condición de mercado, ninguna de ellas querrá reñir con el mejor patrocinador del país. 

Dicho de otro modo, a la manera de García Márquez: Xóchitl no tiene quien le escriba (el guión triunfador). Todos ya fueron contratados por Morena. Todos.

“De las Heras Demotecnia- le otorga (a CSP) la increíble ventaja de 52 puntos efectivos sobre Xóchitl Gálvez.

“Otras disminuyen ese margen -el menor es de México Elige, cuyos once puntos parecen razonables, e invariablemente la colocan en desventaja por lo menos de dos dígitos.

“Según Fuerza y Corazón por México, han sido contratadas desde el poder las siguientes compañías: Enkoll, Parametría, Covarrubias y Asociados, Mendoza y Asociados, Berumen, Consulta Mitofsky, T. Research, Demoscopía Digital, Gabinete de Comunicación Estratégica… y cinco más… (J. Ureña)”.

La misión de esas encuestadoras es sencilla, imponer una idea: la elección está decidida. Eso viene desde aquel slogan “Sonríe, vamos a ganar”. Ganaron dos elecciones después.

Pero en casos recientes, eso funcionó con Delfina Gómez en el estado de México, quien renuente a ofrecer tartamudas y limitadas respuestas en comprometedoras entrevistas de prensa o debates arreglados, dejaba a las encuestas (en manos del actual secretario de Gobierno y poder tras el trono, Horacio Duarte); hablar por ella.

Así pues, el libre ejercicio del sufragio es una ilusión. Las elecciones están contaminadas por los medios y los programas socio electorales del gobierno. De esa manera se ha blindado desde ahora el resultado del 2024.

Si en los años recientes en 29 procesos electorales en América Latina, sólo dos permitieron la continuidad de los gobiernos en el poder (en México los partidos PAN y PRI fueron derrotados); este mecanismo extendido, quizá permita otra excepción a la regla de las alternancias.

El presidente ha dicho, comparando a nuestro culto pueblo con el auto goleador pueblo argentino: aquí no puede pasar eso porque los mexicanos estamos bien informados, somos reflexivos y blablablá.

No es verdad. La peculiaridad aquí estriba en la compra anticipada del voto, la saturación mediática –redes, mañaneras, medios controlados; periodistas tolerados–, y la manipulación de las encuestas, lo cual crea un bloque impenetrable.

Pero hasta la muralla china demostró en su tiempo la inutilidad de las fortificaciones.       

CUEVAS

Sandra Cuevas es infatigable, eso se le debe reconocer. Pero es una pena: no se cansa de hacer el ridículo.

Como decían en el barrio: lástima de ropa.

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