Preguntas sin respuesta

El incesante parloteo de la propaganda gubernamental bajo el disfraz de las “conferencias de prensa”; los videos finisemanales, las entrevistas a modo, los discursos reiterativos, machacones  e interminables y todo el arsenal ya conocido –en realidad espacio defensivo y ofensivo a la vez, con redes mercenarias incluidas–, —propicia una deliberada (¿?) confusión en la cual nadie obtiene ganancias excepto –quizás–, el emisor de tan enredados mensajes.

Pero de cuando en cuando se desliza en todo esto una astilla veraz. Y esa se clava en la conciencia del público, precisamente por cuanto se distingue y opone al resto del pajoso discurso.

El Señor Presidente ha dicho algo absolutamente contrario a su crónico diagnóstico: hemos tocado fondo en la crisis económica. Luego entonces hay una crisis económica. Sin embargo pronostica, la recuperación comenzará en julio. No se precisa el año, por cierto.

Si distinguimos   entre la primera parte de la idea: el abismo económico (un hecho real)  y la posibilidad de una recuperación en julio o cuando sea (una hipótesis), debemos quedarnos para el análisis de la realidad con el presente y no el futuro. La recuperación es una posibilidad, un deseo, en el mejor de los casos. La sima de desempleo, pobreza, parálisis, retroceso, depresión, etc, tiene profundidad. No se nos ha dicho cuánto mide hacia abajo.

Ese diagnóstico se parece al del doctor López Gatell quien en el nombre de la pandemia y del virus desconocido, nos conforta con otra más de sus contradicciones: la epidemia está en la cima y el domador (él o quien sea), no la ha dominado, los semáforos están en rojo, pero medio mundo se pasa el alto, en especial el Jefe de la Nación quien contra viento y tormenta (literalmente) cruza la península del Mayab, , con un  convoy de ocho Suburban blindadas, ayudantes y metiches, para tremolar una banderita.

La epidemia en su clímax (¿cuántos cenit tiene el virus tantas veces ubicado en su máxima expresión?) y ¿cuántas  convocatorias hay a una “nueva normalidad”, sin  atender al absurdo implícito en tan grotesco estado? No se trata de una nueva normalidad sino de una nueva realidad sin normas probadas.

Quien impone las normas es ella sobre nosotros; no nosotros sobre ella.

Pero quizá la novedad sea la contradicción en todos los términos, así vemos la pugna entre el optimismo de la inconciencia, contra el pesimismo de la responsabilidad, conducta esta, obvio reservada a los responsables, no a los alegres pregoneros de una circunstancia nueva.

No hace mucho el Ejecutivo celebraba con tambores y platillos lo bueno de las cosas, vamos bien, requetebién (¡siquitibun, siquitibun!), luego se congratulaba de la merma porque había sido menor al pronóstico de sus adversarios, pero ahora nos habla de un  derrumbe. Sin caída, no hay fondo.

Si Echeverría nunca nos dijo lo alto de su arriba ni lo lejos de su adelante, la 4-T no define la longitud del túnel en cuyo extremo se vislumbra –sin verse– la luz definitiva; ni tampoco la profundidad del agujero, pozo o agujero por  donde se ha ido la economía,.

Pero cierto de cómo se puede simular un pensamiento, el secretario de Hacienda, Arturo Herrera,  nos dice con una seguridad digna de Newton: la recuperación es más lenta que la caída. ¿De veras?

Y luego nos inventa una nueva forma de graficar: no hará la crisis una campana de Gauss, tampoco una parábola sin control, menos una M ni tampoco una W. Será como una “palomita”.

Cuando las cosas se quieren explicar con gráficas y garabatos; es por la ausencia de ideas claras.  La expresión es –al menos en la lógica formal–, una consecuencia de los funciones del intelecto: idea, juicio y raciocinio. Aquí las tres parecen extraviadas.

Las ideas son confusas, el juicio alterado y el raciocinio interesado. Y así se llega a muchas partes, menos a la comprensión inteligente de las cosas. Todo se ahoga en el mar confuso.

Cuando algo llega al fondo, es porque se ha hundido como sabe hasta el filósofo de Güemes.

OAXACA

En medio del barullo es notable el estilo de comunicar del gobernador  Alejandro Murat quien se ha decidido a ofrecer a “las familias oaxaqueñas” mensajes en el lenguaje llano del vecino de junto.

En su más reciente video, Murat les dice a sus compatriotas, mi familia y yo hemos tenido miedo. Necesitamos unión, responsabilidad común. Así les ha anunciado la progresividad del regreso a la nueva realidad impuesta por la epidemia.

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