CIUDAD DE MÉXICO.- El senador morenista Napoleón Gómez Urrutia volvió a lo que ha sido durante años su deporte favorito: atacar a Grupo México.
Ofreció una amplia entrevista, difundida de manera profusa, en la que criticó –sin que hubiera una denuncia clara ni documentada- las condiciones laborales en la empresa.
Envalentonado, al fin legislador del partido gobernante, quiso ser empático con los trabajadores mineros, y mostrarse de su lado.
Pero más allá de que la empresa rechazó todas y cada una de sus aseveraciones, lo cierto es que no tuvo mucho eco de parte de los trabajadores.
Y es que la gran mayoría de ellos todavía recuerda con enojo el que no les devolviera los 55 millones de dólares, más los intereses, que sustrajo de un fideicomiso en favor de los trabajadores del Grupo, de lo cual sistemáticamente ha rechazado rendir cuentas.
A los mineros a quienes representaba jamás se les va a olvidar cómo Gómez Urrutia tuvo que salir huyendo de México para refugiarse en Vancouver, Canadá, estancia que se prolongó durante 12 años.
Lo que terminó por ser lo que algunos llaman un exilio dorado.
Regresó de incógnito con el apoyo de Andrés Manuel López Obrador y su partido, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), quienes le otorgaron el fuero necesario para no cumplimentar órdenes de aprehensión en su contra.
Sin duda entre los mineros sí hay memoria.